lunes, 22 de octubre de 2012

Lo público, ¿la clave para una mejor sociedad?

No se asuste, no estoy promoviendo las nacionalizaciones ni nada similar; no me refiero a la administración sino al uso. Uno de mis últimos 'descubrimientos' fue en un baño público muy peculiar. Era mixto, pero una vez se entraba, resultaba que cada cubículo era un baño completamente independiente, con su propio espejo, lavamanos y secador de manos. Era un baño público lo más privado posible. Además de las consideraciones del espacio, quizás muchos tipos de comportamiento simplemente desaparecían con esa 'innovación'. Por ejemplo, las mujeres no podrían ir juntas al baño. Es un canje entre comodidad e intercambio social. Esto ocurre con muchas otras cosas, la más obvia es el transporte, pero también otras como los parques, sitios de rumba, educación, las calles y demás.

El Tiempo presentó un informe titulado "vecinos, insólito obstáculo a casas para los más pobres", en el que se da cuenta de las trabas de vecinos de mayor nivel económico a la creación de proyectos de vivienda gratuita cerca a sus residencias. Tiene todo el sentido del mundo, entre más exclusivo, más cara la propiedad, ¡las viviendas gratis son todo lo opuesto a lo exclusivo! Pero además de las consideraciones de inversión en finca raíz, el miedo a esta 'extraña' raza es claro: pueden traer inseguridad, violencia, todas esas cosas con las que se asocian a los pobres. Lo malo es que no es una percepción vacía, las zonas más pobres tienen mayores problemas de violencia por múltiples razones. No obstante, ¿qué tanto sería así si estos ciudadanos van a tener al menos un techo digno y una nueva forma de ver el mundo? Los derechos de propiedad impactan fuertemente las creencias y 'valores' sobre la economía de mercado (Di Tella et al., 2007). Eso es lo que vemos en la prensa, ¿qué pensarán los 'pobres' de tener que vivir cerca a los 'oligarcas'? El resentimiento social es fuerte de lado a lado, probablemente ligado al miedo a alguien que no se conoce y es diferente.

Quizás esta clase de acciones deberían ser más profundas si queremos lograr algún día un país en paz, de verdad. No hace mucho fuertes desórdenes sociales se desataron en Londres, una ciudad inmensamente rica y relativamente segura frente a otras gigantescas urbes. En Europa continental también se vio, durante su gran auge, un fuerte resentimiento que creó zonas vedadas en muchas ciudades. Quizás sea hora de arriesgarnos un poco y buscar crear más escenarios para integrar al obrero y al gerente, al campesino que decidió dejar la tierra en busca de oportunidades (o al menos seguridad) y al más citadino, al ex-combatiente y al desplazado. Esos espacios, como el que genera el transporte público o compartir un parque entre ricos y pobres, pueden ser la clave para minimizar el fuerte conflicto social que aqueja a nuestras sociedades. Al fin y al cabo, a pesar de todo, el Chavo y Quico eran amigos.


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