miércoles, 29 de abril de 2009

¿El fin de la 'globalización'?

Foto: Jorge Cabrera. Día de Mercado  http://www.flickr.com/photos/jorgecab/2797263388/
Entendiendo globalización en el sentido comercial, con un ejemplo de introducción a la administración: "un carro de marca estadounidense con partes chinas y japonesas, ensamblado en méxico y vendido en Colombia" (tomado de alguna clase). Tal vez la globalización cultural sea completamente irreversible por la facilidad de las tecnologías de la información desarrolladas a lo largo del siglo XX que llevaron a que leer esta entrada en europa tenga un costo de transacción muy bajo. Pero es ahí de donde quiero partir: costos de transacción. Paul Krugman en su columna en el NY Times, It's 1930 time, nos muestra un panorama desalentador con respecto al volumen del comercio internacional: hasta el momento, el descenso debido a la crisis es mayor que en 1930. Es una época donde el proteccionismo puede ser una salida política interna, y llevar a una época similar a los años treinta. Ahora, si le sumamos a ello el miedo a una pandemia, la situación puede ser realmente crítica, al menos para América Latina (usualmente algo que ocurre en un país se asume al vecindario). Los controles a los productos de nuestros países pueden llegar a endurecerse, así sea para mitigar el miedo de contagio, aumentando así los costos de transacción en el comercio internacional, al menos en términos políticos.

No obstante, hay diferencias entre el comercio de los años treinta y el presente: en los años treinta el nivel de apertura comercial no era relativamente tan alto. El comercio mundial frenó drásticamente con la primera guerra mundial, el fin de la era liderada por la Gran Bretaña. Hoy en día el nivel de comercio posterior a la caída del muro de Berlín es enorme, y con fenómenos como en el 'ejemplo de administración': cadenas productivas a lo largo del mundo que hacen muy complejo un ajuste 'proteccionista', e inclusive algunas que pueden ser totalmente insensibles inclusive a una pandemia (producción de software, donde, literalmente, se trabaja a lado y lado del planeta en un solo proyecto). Es de esperar que el comercio se frene mucho, pero, ¿lo suficiente como para pensar de nuevo en economías de autarquía?

domingo, 26 de abril de 2009

La lenta corrección

Si alguien no creyó en los argumentos de aquellos que comenzaron a hablar de fallas de mercado y externalidades, en estos momentos le bastaría subirse en la montaña rusa de la crisis financiera para darse cuenta de la magnitud de los problemas a los que pueden llevar las asimetrías de información y los problemas de agencia. Haciendo una afirmación positiva, y no de ataque a la economía de mercado, es un hecho que las fallas de mercado están presentes y deben ser corregidas.

En un mundo perfecto, sería deseable que hubiera una especie de “subastador paralelo”, un individuo omnisciente que, al estilo del subastador walrasiano, corrigiera al instante las fallas de mercado y siempre obtuviera los mejores resultados. Sin embargo, en nuestro mundo lejano al ideal, cuando los costos de negociar son altos, esta corrección le corresponde al gobierno.

Sí, al banco central le corresponde evitar la inflación y suavizar el ciclo económico. O al menos ese papel se le atribuye en la mayoría de economías desarrolladas, y está en duda si van a seguir cumpliendo este papel o si va a cambiar el paradigma. Pero, sea cual sea la misión que se le establezca a la autoridad monetaria de aquí en adelante, su labor está siempre maldita porque nunca parece poder reaccionar a tiempo.

En un reciente artículo, la revista “The Economist” señala al proceso político como el culpable de la lenta velocidad de reacción de la política económica. En español, y en la vida real, están estrechamente vinculados: es la interacción política el que determina la  asignación del presupuesto y el “orden económico” del que hemos venido hablando. Sería deseable que fueran, como en inglés, dos cosas totalmente diferentes: “politics” como un proceso marcado de irregularidades, propuestas vacías y soluciones lentas, y “policy” como un proceso ágil, técnico y oportuno.

¿Cómo hacer que la política económica sea más racional y rápida? ¿Qué soluciones se pueden proponer para hacer que la interacción de intereses individuales no impida que los “policymakers” hagan su trabajo? Pueden proponerse dos, pero lamentablemente, están en el campo de los impuestos óptimos: son bonitas en el papel, pero difíciles de aplicar. Una de ellas sería una completa escisión de la política económica y el proceso político. Lamentablemente, esto no es factible mientras estemos en un sistema democrático, y mientras los métodos de nuestra ciencia social sigan siendo tan limitados.

La otra solución, es una regulación del proceso político que facilite el surgimiento de políticas que mejoren el bienestar de todos. Desgraciadamente, los mecanismos del orden económico han fallado una y otra vez en consolidar este proceso, y la política no avanza hacia la transparencia. Pareciera que la sociedad, a través de la democracia y del sistema político, ha sido capaz de depurar las leyes que rigen a los pobladores, pero no ha sido capaz de depurar las leyes que rigen al sistema político mismo.

sábado, 25 de abril de 2009

Biocombustible 85%: ¿qué viene después?


"Se trata de la expedición del Decreto 1135 que obliga a que a partir del 2012, el 60% de los autos nuevos de hasta 2.000 centímetros cúbicos funcionen con el 85% de mezcla de alcohol carburante."
Portafolio. Medida sobre etanol genera polémica entre el Gobierno y analistas, que consideran que no debe ser obligatoria. Abril de 2009

La política de Estado es clara: sustituir los combustibles fósiles, y de paso, volver relevante 'el campo' con las siembra de cultivos altamente productivos de caña de azucar. Es claro (al menos en mi opinión) que es un buen paso para asegurar -en parte- la independencia energética (evitar la volatilidad de los mercados internacional de hidrocarburos), ayudar con el medio ambiente y darle un impulso al campo que desde hace varias décadas dejó de ser atractivo. Es claro que los importadores de automóviles deben pelear y buscar formas de asegurar su futuro, dado que los automóviles nuevos deben estar adaptados a la nueva mezcla, y no todos los países tienen el sistema del alcohol carburante, y probablemente las marcas de mayor prestigio no diseñen una versión 'Colombia' de sus carros en el corto plazo. Pero más que ellos, el dedo se ha puesto sobre la llaga de la distribución de los beneficios del negocio: ¿a quién se está beneficiando directamente?

Las criticas se centran en dos puntos: el biodisel es de los palmicultores, y el alcohol carburante de los azucareros, gremios (hasta donde sé) muy concentrados. Entorno a ellos han surgido muchas suspicacias sobre tráfico de influencias en el gobierno y similares (por ejemplo, Vladdo solía referirse en sus caricaturas al ministro de Palmicultura), pero eso es otra historia. La otra historia es el campo. Colombia ha sufrido en la última década un proceso de 'contrareforma agraria' gracias a la violencia y el desplazamiento forzoso. Dicha situación es un terreno propicio para que sea mucho más fácil la creación de grandes haciendas dedicadas a los cultivos de palma y caña en todo el país, a pesar de los esfuerzos del gobierno por propiciar cooperativas en torno a estos cultivos. Los problemas sociales que se pueden intesificar pueden ser graves, sólo recordemos el caso de los cortadores de caña el año pasado, donde el mismo presidente intervino y presionó en más de una ocasión al gremio (alineándose en gran parte con los sindicatos).

Otro punto muy relevante es la sustitución de tierras de cultivo de alimentos por cultivos para biocombustibles. Alcanzamos a ver algo con respecto a la sola sustitución del comprador de la caña de azucar: los precios del azucar para alimentos se dispararon. ¿Qué ocurriá después? En esto hay que tener en cuenta las condiciones climáticas-geográficas para la siembra de la caña de azucar y la palma, los productos que allí se siembran en la actualidad y similares. Otro asunto es la reducción de zonas vírgenes  y el aumento de la frontera agrícola.

¿Qué efectos colaterales puede tener la decisión del gobierno?, ¿cómo debería el gobierno dirigir, intervenir y/o regular las nuevas plantaciones y el creciente mercado nacional de los biocombustibles? El ejemplo de Brasil debe ser en gran parte nuestra guía, aquí va una presentación sobre el tema en dicho país:

jueves, 23 de abril de 2009

El orden económico no es importante

Retomando la encuensta, a mi me parece que el orde económico no es importante. El orden económico es INDISPENSABLE para el desarrollo de las actividades económicas. Por definición, el mercado es la arena ASEGURADA donde los indivudos realizan intercambios voluntarios. Recuerdese el mundo natural de Hobbes, un mundo sin reglas, donde cada quién hace lo que quiere, y del cual, los individuos racionales quieren salir. Así sería un intercambio sin un orden, sin un marco de reglas que rija al intercambio. Es por eso que sin orden económico, no habría intercambio, estaríamos en un estado natural de Hobbes económico, del cual los individuos racionales querrían salir, por medio de la creación de unas reglas, es decir, de un orden económico (ver Buchanan: "The reason of rules"). Ahora, ¿por qué tantos economistas piden una mayor regulación del mercado financiero para evitar crisis como la actual? Para mi, y no se mucho del mundo financiero, porque los mercados no pueden funcionar sin un orden que lo rija, no es posible que se den intercambios voluntarios sin reglas claras, el orden económico no es importante, es INDISPENSABLE!

domingo, 19 de abril de 2009

Súper Interesante

Esto está curioso: 

Siguiendo con lo de Pablo, ¿qué pasa si no tenemos un 'Omniscient legal decision maker' que haga cumplir el orden constitucional?  Curioso, se aleja algo de la economía, pero cuadra.

viernes, 17 de abril de 2009

Un pequeño cambio de gafas: la "Ordnungsökonomik" o economía del orden

La teoría del equilibrio general considera al mercado como una interacción de fuerzas. En "Elementos de economía política pura", Walras se enfoca en la parte "pura" de ésta interacción, es decir, en la parte sin fricciones, en la interacción sin costos de transacción. La existencia de costos de transacción en el intercambio, y cómo lidiar con ellos ha sido objeto de estudio dentro de la misma corriente neoclásica, y por eso no me enfocaré en ese aspecto. El punto relevante acá será, en cambio, el conjunto de reglas bajo las cuales se realiza el intercambio. ¿Qué pasaría si en el modelo de interacambio puro un individuo en vez de intercambiar sus dotaciones con el otro, lo matara y le robara todo, obteniendo así al final un beneficio mayor? ¿Qué impide que ésto suceda? Alguién respondería: pues que existe un marco institucional dado, que impide que esto suceda; Claro, existe un Orden, y en escenarios económicos mas específicos existe un Orden económico, y ese será nuestro objeto de discusión.

Para explicar el orden económico resulta muy útil la interpretación del mercado como un juego (Catalaxia) planteada por Hayek. En un juego, así como en el mercado, se pueden identificar dos niveles: el nivel constitucional y el nivel subconstitucional; en el nivel subconstitucional, los jugadores crean estrategias, y deciden cómo actuar libremente, dadas unas reglas que restringen su actuar. Por ejemplo, en una partida de ajedrez cada jugador crea sus estrategias y toma sus decisiones de cómo jugar, pero ésto restringido por un conjunto de reglas que determinan cómo se pueden mover las diferentes fichas. En el nivel constitucional, los involucrados en el juego negocian y establecen las reglas. En nuestro ejemplo del juego de ajedrez, si dos personas están jugando y ambos consideran que los peones no solo se deberían poder mover una casilla sino 4, ambos podrían acordar cambiar las reglas del juego (esto sería en el nivel constitucional) y luego modificar sus estrategias y tomar las mejores decisiones (en el nivel subconstitucional).

En el nivel subconstitucional del mercado, los individuos deciden qué bienes ofrecer, qué bienes comprar, cuánto de cada uno, etc., dadas las reglas existentes, y en el nivel constitucional se decide qué reglas van a regir al intercambio, en otras palabras, se establece el Orden económico. Claramente, entre mas individuos haya en un juego, mas dificil será llegar a un acuerdo en el nivel constitucional, pero esto es un aspecto que no discutiré acá. El punto es que, es posible crear y modificar las reglas que restringen al intercambio, es decir, es posible modificar el Orden económico. Ahora, ¿Con qué fin? Con el fin de conseguir un orden económico que, dadas las libres decisiones de los individuos, permita unos resultados socialmente deseables. Ésta es la "ordnungsökonomik" o economía del orden: Buscar un Orden económico que permita que los resultados de la interacción económica sea socialmente deseable. Dicho en otras la palabras, la economía del orden busca un orden económico óptimo, y no una asignación de recursos óptima.

Éste es el punto clave de la discusión. Para la economía del orden, la solución a las fallas del mercado no se logra por medio de la intervención, sino del cambio en el orden económico. Desde éste punto de vista, si se quiere alcanzar un resultado socialmente óptimo de las interacciones en el mercado, la solución no es realizar una reasignación de las dotaciones iniciales por medio de transferencias de suma fija, sino crear un conjunto de reglas que haga que desde un comienzo las dotaciones iniciales sean aquellas que permitan un resultado socialmente deseable, sin necesidad de realizar la transferencia. Dicho de otro modo, la economía del orden busca moldear el mercado, de tal forma que los resultados sean los deseados. El énfasis de la economía del orden no es la escasez de los recursos, sino los beneficios del intercambio, que se pueden aumentar para todos por medio de reglas.

Llevemos este cortísimo resumen de la economía del orden a Colombia. Cada país tiene su propio Orden Económico, que surge tras un proceso político, que no es perfecto y que presenta problemas de principal agente, que son tenidos en cuenta en las teorías de la elección pública. Entonces, ¿Qué tan beneficioso sería para Colombia ver la economía de ésta manera? es decir, ¿qué tanto sentido tendría hacer análisis económicos donde las reglas dejen de ser factores exógenos?¿Qué tanto sentido tendría dejar de buscar dónde intervenir, y empezar a buscar dónde cambiar las reglas de juego? ¿Qué tan importante es el hecho que el Estado no tiene ni la información ni los medios para hacer cumplir las reglas a cada momento, en cada sitio? ¿Qué tan importante es que Colombia sea un país, como se oye normalmente en las calles y sobretodo en las panaderías, en el que "las reglas son para romperlas", "de avivatos en el que nadie cumple las reglas", y en el que "la justicia cojea pero llega"?

Espero que este pequeño cambio de gafas no nos haya hecho ver muy borroso, y que las preguntas planteadas sirvan para discusión.

martes, 14 de abril de 2009

El fin del 230, la 'descentralización educativa'


Imagen: GUERREROS. En La revolución pacífica.  Plan de Desarrollo Económico y Social 1990-1994. 1991


¡Por fin el decreto 230 de 2002, y su famoso artículo 9 dejarán de regir la educación del país!... ¿Eso es bueno o malo?

El borrador del nuevo decreto no incluye nada sobre porcentajes de promoción ni similares, es en cierta medida, una 'descentralización educativa'. ¿Qué cambios se presentarán de aquí en adelante? Cobertura, calidad...

El borrador del nuevo decreto está aquí:

domingo, 12 de abril de 2009

El "impuesto escondido a la gasolina"

Siguiendo con la línea del "Keynes en nuestro corazón", nos encontramos con un debate muy sonado por estos días: ¿cómo es posible que el precio de gasolina en el mundo haya caido, pero esto no ocurra en Colombia? A esto se suma el tema de la mezcla con etanol, y los subsidios a su producción y fijación del precio del mismo

Para el profesor Kalmanovitz, la reducción del precio de la gasolina es deseable en tanto que reduce el precio de los alimentos, liberando ingreso para aumentar el consumo en otra clase de bienes, especialmente industriales, útil para la reactivación de la economía (aumenta la "demanda efectiva" dijo el él en el programa "La Consulta" de Cablenoticias). Afirmó además, que si bien debe darse una reducción en el precio, sería bueno que no ocurriera como en Estados Unidos, donde el precio de la gasolina se mueve de acuerdo al libre mercado, sino como en Europa, donde existe un valor de 'largo plazo', evitando así la volatilidad excesiva del mismo. En este punto tengo tres preguntas: ¿cuál es el efecto del precio de la gasolina sobre los alimentos?, ¿cómo cambia la demanda de los colombianos ante el incremento de su ingreso real, y para dónde va el efecto sustitución?, y ¿qué efecto tiene la volatilidad de los precios sobre la producción industrial? Sería una muy buena política frente a la keynesiana, si el ingreso 'extra' se dirige a sectores que muevan la economía (más allá de la noción pura de excedente de consumidor) y generen empleo; y poco agradable si va a importaciones de bienes de consumo (que pueden hacer muy felices a las personas, pero con poco efecto sobre la industria y servicios no relacionados con el sector externo). Lo último va relacionado con la idea de Kalmanovitz de la estabilidad de precios europea, ¿qué es más relevante, aprovechar una reducción corta en precios, o la ineficiencia en la planeación ante la incertidumbre en el nivel de precios de un factor?

Por otra parte, el senador Luis Fernando Vela afirmó (en el mismo programa de Cablenoticias) que la no reducción de los precios nacionales de los combustibles en relación con los mundiales, era un "impuesto a escondido a la gasolina" ante los problemas fiscales de la crisis, cuyo costo político pretende evadir el gobierno al enmascararlo como una "congelación de precios".

¿Qué ocurre aquí detrás?, ¿Qué hacer?, ¿Costo político, problema fiscal, demanda efectiva?

¿Es la Economía una ciencia elaborada por y para los ricos?

http://www.tendencias21.net/economia/La-Economia-es-una-ciencia-elaborada-por-y-para-los-ricos_a17.html?PHPSESSID=06aadd4fde2a455bf9a92e287be05b1b

viernes, 10 de abril de 2009

jueves, 9 de abril de 2009

Colombia desafía la curva de Kuznets

Este es un gráfico que muestra de una manera muy interactiva que en Colombia la Curva de Kuznets no aplica

¿ Alguna idea ?

Una reflexión sobre el multiplicador del gasto

Las recomendaciones de aumento del gasto público deben leerse con cautela

 

Como ahora está de moda escribir en Internet, y como el tema de moda es la crisis, vale la pena detenerse un momento a examinar una pregunta de interés: ¿Cuál es la magnitud del multiplicador del gasto?

De seguro todos los que tenemos la suerte (o la deshonra, a juicio de algunos) de haber estudiado algo de economía, no olvidamos aquella lección en la que nos dijeron: Un incremento en el gasto público lleva a un incremento más que proporcional en el producto interno bruto. Y tampoco olvidamos los ejemplos: La recuperación de Estados Unidos después de la gran depresión, mediante una política de gasto público que alcanza su cima en la segunda Guerra Mundial; la expansión de la economía alemana antes de la misma guerra mediante una política agresiva de gasto público, y la subsecuente aplicación de esta política mediante varios gobiernos.

Ahora, con la crisis resulta que todos somos keynesianos, y si alguien nos pregunta cual es una solución de corto plazo a la crisis, respondemos sin dudar: construyamos puentes, represas, gastemos sin consideración. No importa si el déficit fiscal no es sostenible, no importa si se produce un desplazamiento del sector privado, ahora hay que gastar para salir de la recesión.

Por convincente que parezcan los ejemplos, y por convincente que haya parecido el argumento en la clase de economía, hay que ser cuidadoso al aplicar la lección al momento de diseñar o recomendar política económica. No hay que olvidar que, si se usan mal, es fácil mentir con las matemáticas y afirmar que el multiplicador del gasto puede ser extraordinario,  o mentir con la estadística y decir que si my vecino tiene dos carros y yo no tengo, entonces ambos tenemos uno. Los economistas tenemos una tendencia a sobre simplificar las cosas, que nos puede llevar a conclusiones erróneas.

En un reciente artículo, Robert Barro cuestiona los cálculos del multiplicador del gasto, afirmando que no hay razón alguna para que el equipo económico del presidente Obama trabaje con un multiplicador de 1.5, si al estimar el multiplicador del gasto militar para los últimos episodios de guerra de los Estados Unidos, este multiplicador es de 0.8. Y hay menos razón para que se trabaje con esta cifra si, cuando el autor estima el multiplicador del gasto para tiempos de paz, obtiene un número estadísticamente no significativo.

Otro estudio reciente, citado por Gregory Mankiw y hecho por David y Cristina Romer estima que el multiplicador asociado a una reducción de impuestos es aproximadamente de 3. La conclusión de Mankiw es  you need to go beyond the standard Keynesian model to understand the short-run effects of fiscal policy.

 Si el multiplicador del recorte de impuestos es mayor que el del gasto fiscal, tiene mucho sentido que el gobierno Colombiano presente un presupuesto austero para el 2009, y que, aparte del subsidio a la construcción, se enfoque más en acelerar la ejecución del gasto retrasado que en generar nuevo gasto público. A su vez, tiene muy poco sentido que el único rubro que solicita más gasto sea precisamente el militar, que  no se haga un cambio fuerte en la estructura tributaria encaminado a estimular el consumo, y que se mantenga alto el precio del combustible. Es momento de bajar el IVA, de hacer reducciones de impuestos, y de ser cuidadosos al momento de ejecutar nuevo gasto público, sin tener en la mente que todo nuevo gasto debe ser aprobado.

Los economistas estamos equipados con una asombrosa cantidad de herramientas para examinar los efectos de las políticas públicas. Casarse con una única doctrina, con un solo modelo, es, más que desaprovechamiento, ignorancia. Tenemos suerte al estar en un debate permanente, que puede abrirnos los ojos para ver más claramente los problemas y tomar mejores decisiones.