domingo, 26 de abril de 2009

La lenta corrección

Si alguien no creyó en los argumentos de aquellos que comenzaron a hablar de fallas de mercado y externalidades, en estos momentos le bastaría subirse en la montaña rusa de la crisis financiera para darse cuenta de la magnitud de los problemas a los que pueden llevar las asimetrías de información y los problemas de agencia. Haciendo una afirmación positiva, y no de ataque a la economía de mercado, es un hecho que las fallas de mercado están presentes y deben ser corregidas.

En un mundo perfecto, sería deseable que hubiera una especie de “subastador paralelo”, un individuo omnisciente que, al estilo del subastador walrasiano, corrigiera al instante las fallas de mercado y siempre obtuviera los mejores resultados. Sin embargo, en nuestro mundo lejano al ideal, cuando los costos de negociar son altos, esta corrección le corresponde al gobierno.

Sí, al banco central le corresponde evitar la inflación y suavizar el ciclo económico. O al menos ese papel se le atribuye en la mayoría de economías desarrolladas, y está en duda si van a seguir cumpliendo este papel o si va a cambiar el paradigma. Pero, sea cual sea la misión que se le establezca a la autoridad monetaria de aquí en adelante, su labor está siempre maldita porque nunca parece poder reaccionar a tiempo.

En un reciente artículo, la revista “The Economist” señala al proceso político como el culpable de la lenta velocidad de reacción de la política económica. En español, y en la vida real, están estrechamente vinculados: es la interacción política el que determina la  asignación del presupuesto y el “orden económico” del que hemos venido hablando. Sería deseable que fueran, como en inglés, dos cosas totalmente diferentes: “politics” como un proceso marcado de irregularidades, propuestas vacías y soluciones lentas, y “policy” como un proceso ágil, técnico y oportuno.

¿Cómo hacer que la política económica sea más racional y rápida? ¿Qué soluciones se pueden proponer para hacer que la interacción de intereses individuales no impida que los “policymakers” hagan su trabajo? Pueden proponerse dos, pero lamentablemente, están en el campo de los impuestos óptimos: son bonitas en el papel, pero difíciles de aplicar. Una de ellas sería una completa escisión de la política económica y el proceso político. Lamentablemente, esto no es factible mientras estemos en un sistema democrático, y mientras los métodos de nuestra ciencia social sigan siendo tan limitados.

La otra solución, es una regulación del proceso político que facilite el surgimiento de políticas que mejoren el bienestar de todos. Desgraciadamente, los mecanismos del orden económico han fallado una y otra vez en consolidar este proceso, y la política no avanza hacia la transparencia. Pareciera que la sociedad, a través de la democracia y del sistema político, ha sido capaz de depurar las leyes que rigen a los pobladores, pero no ha sido capaz de depurar las leyes que rigen al sistema político mismo.

4 comentarios:

  1. La cuestión de la regulación es compleja. El caso puede asimilarse al análisis de la responsabilidad extracontractual (tort law): hay tres costos, los daños, la previsión para evitar los daños, y la administración de la justicia si la misma interviene. Claramente existe un "tradeoff" entre los dos primeros costos, pero si no hubiese costos de transacción los individuos llegarían a un punto eficiente, como la doctrina basada en Coase lo afirma. No obstante, lo que tenemos es que eso no ocurre: los costos de transacción son enormes, llámense, costos de información (¿cómo puedo, yo conductor, acordar con todo peatón para que el tenga cuidado al cruzar la calle y yo tenga cuidado manejando?, en el clásico ejemplo del tema), y es ahí donde entra el Estado. Necesariamente es un segundo mejor (costos del sistema legal), y con un fallo adicional: las reglas de responsabilidad necesitan un 3ero, un juez, por lo que nada garantiza que se llegue a dicho segundo mejor. (Schäfer, Hans-Bernd (1999). Tort Law: General)

    Esto tiene una relación grande con lo que plantea Jorge: un regulador externo por más perfecto que sea, implica costos administrativos. Eso es lo de menos, lo demás es que se enfrenta a los costos de información que frenan el resultado óptimo de negociación (y nos llevan a dolorosas crisis). A pesar de ello, la justicia 'cojea pero llega', y lograr 'así sea a veces de forma ineficiente' a una solución. Esto sirve para decir que, aunque costosa y no necesariamente eficiente, la regulación es necesaria.

    De lo anterior, hay dos lecciones, derivadas de la curva de aprendizaje del derecho civil: la regulación tiende a ser lenta... ¿qué tanto ayudan los elementos puramente técnicos en ello?

    Por último, ¿qué es un proceso técnico? Si todos tenemos la misma percepción y visión, el mismo cuerpo teórico, debe ser fácil la respuesta. De lo contrario, tenemos que negociar una respuesta, y esa respuesta sólo proviene de un lugar: la política. Lo 'técnico' es algo cargado de por sí por una ideología, así que va con la política. Desligarlos sólo será posible si tenemos total certeza de un hecho, y eso es más que un reto, quizás una utopía, en una ciencia social.

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  2. Segundo mejor, es dudoso. No es ni tercer mejor, (hasta matemáticamente se prueba, pregúntenle a Carvajal) No es óptimo el resultado, con las fallas de información que se acumulan en todo el proceso que lleva a la regulación: una falla en la negociación política, una falla en el momento de aplicar la norma, más la falla misma a corregir.

    El argumento no es en contra de la regulación misma, que es totalmente necesaria. El argumento es en contra del proceso que lleva a dicha regulación, en contra de las leyes que rigen el proceso, de la regulación política a la regulación económica.

    Por último, dentro de los límites de nuestra ciencia, es cierto que no hay tal cosa como un proceso totalmente técnico. Es característica del estado actual del economía, la existencia continua del debate entre escuelas y el "depende" como respuesta número uno del economista. Las recomendaciones de política que surgen de este debate, son lo más cercano que podremos tener a un proceso técnico.

    Porque, si bien el debate es lento, le lleva unos cuantos años de ventaja a los debates políticos perseguidos por intereses de turno. Porque, si bien el debate no siempre es desinteresado, muchas veces está alimentado por un espíritu de discusión bienintencionada y en busca del avance y el bienestar: basta con ver este blog. Porque, si bien el debate en algunos casos no llega a un consenso, una vez lo hace, es mucho más confiable y ha sido sometido a pruebas más rigurosas que el debate político: incluso, ha tenido que pasar a través de él.

    Siendo repetitivo, ¡Qué bueno sería que nos acercáramos, aunque fuera un poquito, a la tecnocracia!

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  3. Mi punto es que la velocidad de los debates igual no es una garantía: ¿cuántas veces se han desechado teorías para revivirlas varias décadas después?

    En cuanto a la 'tecnocracia' en eso estoy de acuerdo si la idea es que los argumentos del debate político tengan la rigurosidad de la ciencia. Ahora, que se pueda llegar a dicho acuerdo cuando no todos siguen la misma corriente ideológica... (en el blog nos va bien porque mal que bien, sólo hemos escrito aquellos que pertenecemos a la misma corriente ideológica). ¿No habrá algún estudio sobre los debates en teoría económica y su duración y polémica?

    Más que la idealización de la tecnocracia, creo en su punto de un 'orden económico' que no trabe tanto los argumentos de intención científica con los argumentos de intereses particulares. ¿Cómo entrar a ese nivel?

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  4. La aparición de un tercero, juez y regulador, seria finalmente fruto de un peligroso proceso político de elección; un primer movimiento que ya deja en sí, dudas sobre la efectividad e imparcialidad de su gestión. Si queremos ejemplos de esto, creo que basta con observar los diferentes organismos de control creados con fines de regulación y con un carácter diplomático que funcionan hace más de 50 años y que fallaron de nuevo cegados por la gran burbuja del auge de la economía en su sector no real. Como no debemos poner en duda la buena ética y tarea responsable de estos organismos, (puesto que esto nos llevaría a una peor crisis que es la creada por la desconfianza), tendremos que salvaguardar la tarea llevada a cabo y, en lugar de buscar culpables, ir a la panadería a discutir sobre las posibles soluciones. La siguiente tarea, y tal vez la mas difícil en el proceso de evolución de la estructura política, seria la de promocionar afuera, el pan de calidad que solo es degustado por quienes por el momento solo atienden a la crisis con las manos aparentemente atadas.

    …..Es desafortunado que todo regulador deba ser a su vez regulado….

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