Un viejo chiste: "Dios dijo: vamos a crear un país lleno de riquezas naturales, dos mares, todos los climas... pero para compensar, vamos a crear a los colombianos". Esta versión reducida (y menos divertida) de esta cruel expresión de los colombianos (y en muchos otros lugares también) parece estar atado al imaginario nacional gracias a teorías que dicen que en nuestra cultura (la misma de la pasión) está el desorden, la indisciplina, la violencia y la corrupción. No voy a ahondar en cifras ni discusiones sobre el tema, una de las ideas de esta entrada es precisamente es mostrar que todo esto tiene solución, no estamos condenados.
Fisman y Miguel (2007) se preguntaron seriamente si el tema de la corrupción y la cultura estaba alejado de los incentivos económicos. Para ello aprovecharon que en Nueva York hay una gran cantidad de diplomáticos que en un principio podían hacer lo que quisieran debido a la inmunidad. En particular, violar las normas de tránsito. Los diplomáticos de algunos países con cierto perfil (pobres, corruptos o anti-yankees) violaban mucho las normas, mientras que los de otros tenían un comportamiento ejemplar (civilizados, del primer mundo, o a los pies de EEUU -ahí estaba Colombia-). En 2002, el alcalde Bloomberg decidió ponerse el cinturón y amenazó con remover las placas diplomáticas a los infractores y pagarse el dinero de las multas con las ayudas que se le daban a el respectivo país. ¿Qué ocurrió? En efecto, los diplomáticos empezaron a portarse considerablemente mejor. Pero esta vez no era sólo algunos, más bien todos sin importar el origen ni la cultura del país.
Los autores se hicieron otra pregunta. ¿Qué ocurría con estos diplomáticos según se adaptaban a NY?, ¿se volvían 'civilizados' por las normas de la capital del mundo?, ¿aprendían que podían violar las leyes sin ningún castigo (al menos antes de 2002)? Adivinen la respuesta.
Por otra parte, resulta que la corrupción sí se puede reducir. Olken (2007) realizó un experimento con el apoyo del Banco Mundial en Indonesia con construcción de caminos a cargo de autoridades locales. La idea fue repartir recursos a pequeños pueblos y que estos formaran comités que se encargaran de ejecutar los recursos. La intención era verificar si realizar auditorias o incrementar la participación ciudadana en la 'visibilidad' de la utilización de los recursos reducía la corrupción. Para medir la corrupción se comparó lo que se construyó con lo que se dijo que se había construido, con criterios bastante rigurosos en cuanto a materiales, precios locales, técnicas, etc.
¿Qué encontraron? Anunciar que se realizarían auditorias reduce la corrupción. Pero otras cosas aún más interesantes. Que hubiesen elecciones por esos días en algunos de esos pueblos no era importante para la corrupción, pero que al tiempo hubiesen auditorias sí que lo era. Y si las elecciones eran reñidas y se daban estos procesos de auditoria, la corrupción caía notablemente. La importancia de los procesos democráticos en la lucha contra la corrupción es bien conocida, por ejemplo Billge y Goel (2008) encuentran que estos es más importante que el nivel de corrupción inicial o el tamaño del país.
¿Y la participación ciudadana? También es útil, pero no tanto. Pero lo interesante es que la reducción era sobre costos de mano de obra, y se daba un aumento ligero en la corrupción en materiales. Es posible que esto se deba a que las juntas saben que es fácil saber si el dinero se despilfarraba pagando salarios a familiares y amigos, pero dichas juntas no tienen como revisar la calidad de los materiales.
La cultura importa, pero también funciona el orden. Si tenemos la temida 'cultura mafiosa' es porque nuestro sistema no es lo suficientemente fuerte como para imponer el orden. Como diría mi profesor de Desarrollo Imran Rasul, "a los economistas no nos gusta pensar que nada depende de la cultura", sencillamente porque no hay que quedarse con las manos cruzadas. No hay que culpar exclusivamente al consumo de droga en EEUU y Europa, fuentes de ilegalidad hay por todos lados (no más ver el ejemplo del oro en estos días). Tampoco a las terribles clases dirigentes que nos oprimen, aquí hay muchas cosas en la estructura de nuestro sistema que hay que arreglar (y otra cosa, averiguar cuáles cosas).
Referencias
Billge y Goel (2008). Do existing corruption levels matter in controlling corruption?: Cross-country quantile regression estimates. Journal of Development Economics.
Fisman, Miguel (2007). Corruption, norms, and legal enforcement: evidence from diplomatic parking tickets, Journal of Political Economy.
Olken (2007). Corruption perceptions vs. corruption reality, Journal of Political Economy.
Nota: ¡La otra intención de la entrada es estudiar para el examen de Desarrollo!
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